La princesa Isabel llegó a ser reina, por herencia, de Castilla y León. Por matrimonio con él rey Fernando de Aragón, reunió con su esposo el cetro de las tres regiones centrales de España.
Fernando fue un hábil político, pero la reina Isabel fue, además, una gran señora de noble conducta y de intuición para intentar y realizar grandes empresas. Los dos reyes recibieron del pontífice romano el título de soberanos católicos, porque fueron sostenedores de la unidad y el poder de la Iglesia Católica.
La reina Isabel tomó parte directa y personal en el progreso de su reino, reforzando la autoridad del trono, protegiendo las letras y las artes y realizando en 1492 la liberación de España con la toma de Granada, último reducto de los árabes que habían dominado en la península durante ocho siglos.
Pero el nombre de Isabel la Católica es más famoso todavía por haber apoyado los proyectos de Cristóbal Colón cuando casi todos se negaban a creer en la posibilidad de encontrar el camino marítimo a las Indias, navegando hacia occidente. La reina Isabel decidió patrocinar esta empresa, "aunque para ello fuera necesario empeñar sus joyas". Así participó en la gloria del descubrimiento del Nuevo Mundo.
El descubrimiento de América, seguido por la conquista y la colonización, fue la base de un imperio hispánico de tal extensión, que los herederos de la reina Isabel pudieron decir "que en sus dominios nunca se ponía el sol" Y aun después de la desintegración política de ese imperio, se conserva la unidad de idioma, religión y cultura de los pueblos hispanoamericanos, que honran con estatuas y elogios a la protectora del descubridor de América.