La Segunda Guerra Mundial marcó un alto a las carreras europeas de automóviles, pero después de ella volvieron, con velocidades y con líneas aerodinámicas jamás vistas. Entonces los italianos principiaron a tener mucho éxito con sus automóviles del Grand Prix. El Ferrari de 2 litros, número 46, logró los títulos mundiales en 1952 y 1953. Un poco antes, en 1950, el más grande de todos los conductores de la posguerra, Juan Fangio, ganó el campeonato del mundo en el otro automóvil de carreras italiano que se muestra aquí, el Alfa Romeo 158/9.
Alfa Romeo 158/9
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