Los primeros molinos de viento se emplearon en Holanda en el siglo XII para desaguar las llanuras. En dicho país son los molinos de viento de dos tipos. Los del primero giran sobre un pequeño poste, mediante una palanca, o bien, se mueven automáticamente por el viento. El segundo tipo se llama molino holandés. Son éstos las pintorescas torrecillas características de los campos de Holanda. En una época eran comunes en todos los circunvecinos países llanos. Como las corrientes de agua son allí lentas, se impulsan los molinos de granos aprovechando la fuerza del viento. En Alemania hay molinos holandeses, en los que toda la torre puede girar en derredor haciendo frente al viento conforme éste cambia. En los de Holanda sólo gira la parte superior, y esto lo hace un pequeño molino de viento colocado al otro lado del techo del molino grande, y perpendicular a éste. Cuando empieza a funcionar pone en acción un mecanismo que impulsa la parte superior montada sobre pequeñas ruedas. De ordinario, el esqueleto de las aspas es de madera, y se recubre de lona. Las aspas miden con frecuencia unos 11,5 ms. de largo.
Otros tipos de más reciente construcción tienen aspas compuestas de listones de madera, los que se abren con los bordes al viento, si es necesario.
El motor de gasolina, que es más eficiente, está ahora remplazando al molino de viento en Holanda. Molinos de viento perfeccionados se utilizan en muchas regiones áridas. Hay un tipo de molino de viento que se hace casi totalmente de lámina de acero galvanizada. Tiene un timón que hace girar el volante de acuerdo con la dirección del viento. Los molinos de viento sirven como una fuente barata de fuerza motriz para bombear el agua de pozos, para regar campos y para abrevar ganado en los pasturajes. Sin embargo, pequeñas unidades generadoras de fuerza eléctrica están remplazando a los molinos de viento en los sistemas domésticos de abastecimiento de agua.