Entre los productos más utilizados en los extintores figura el gas carbónico, contenido a fuerte presión en el depósito del aparato y que brota violentamente por una válvula de aguja cuando se lo libera. Su acción es triple: sustituye al oxígeno atmosférico y, al ser incombustible, evita la difusión del fuego: la nieve carbónica que produce al enfriarse es refrigerante y hace descender la temperatura del foco; finalmente, tiene un violento efecto de soplo causado por la potencia del chorro. También son muy empleados los polvos secos de bicarbonato de sosa. Disociado por el calor, cubre el fuego con una delgada capa de carbonato de sosa, incombustible y aislante, desprendiendo además vapor de agua y gas carbónico "sofocantes". Citemos también las espumas producidas por la reacción química de dos cuerpos puestos en contacto, e incluso el agua misma, a la que generalmente se adicionan productos "humectantes". Estos productos aumentan las virtudes naturales del agua, haciendo que ésta se extienda inmediatamente por la superficie de los cuerpos que toca.
Existen numerosos tipos de extintores, desde los pequeños modelos que los automovilistas prudentes nunca dejan de tener a mano en su coche, hasta los grandes dispositivos automáticos del sistema Grínnel.
Algunos funcionan por inversión: la mezcla de los dos productos que engendran el gas se obtiene dando la vuelta al aparato.