Fue Cornelio Tácito (55-116) un artista de la Historia. Su poder narrativo se dirige a la inteligencia por el camino más corto, pero no a la inteligencia de la época de los Flavios, sino a la de todos los tiempos. Más serio y grandioso, aunque menos artista que Tito Livio, merece un lugar con éste y con el griego Tucídides en el más elevado rango de los historiadores universales. Es el historiador de la libertad humana. Cierto que se dirigía más al tirano que a la tiranía, en sus escritos; atacaba más a los hombres y mujeres inmorales que a la inmoralidad en general. Pero el tirano y el hombre inmoral de su tiempo representaban y representan a los de todas las épocas.
Poco sabemos de su vida, pues nuestro conocimiento se limita a lo que él mismo dice y a las cartas de Plinio el Joven, su amigo íntimo, quien le dirigió siete. Vespasiano lo hizo cuestor; fue nombrado tribuno de la plebe en tiempo de Tito y pretor bajo Domiciano. Se casó con la hija de Agrícola y se dice que fue gobernador de la Galia belga.
Por una inscripción recientemente descubierta en Caria, sabemos que hacia fines del reinado de Trajano, fue procónsul en Asia. Plinio el Joven nos cuenta que cuando él inició su carrera en el foro romano, Cayo Cornelio Tácito era ya un abogado famoso en Roma.
Acerca de tan interesante y famoso historiador, escribe Prampolini: "Moralista por temperamento, Tácito crea un estilo propio que tal vez es el más original de la literatura latina. Es enemigo de la musicalidad vaga, del ritmo tranquilo, del orden normal de las palabras. Sus párrafos están compuestos de frases improvisadas, breves, dinámicas, a veces, recogidas en sí mismas como resortes prontos a saltar, como flechas hacia la meta con seguridad infalible. Todo lo que aprovecha de los retóricos —es decir, la metáfora, el símil y la sutileza epigramática— lo reelabora con la atenta presencia del pensamiento, que tiene algo que decir y quiere decirlo en determinada forma por ser la más eficaz. Desdeña las conjunciones, las partículas, los nexos fáciles. Compendia, condensa, hace sonar las palabras como monedas, cargando sobre cada una el máximo posible de significado, pero antes, ya ha calculado su fuerza y la resistencia. Esta es la razón por la que su prosa se convierte en creación poética, estímulo sin interrupción para la mente y la fantasía del lector, obligado a seguir caminos nuevos, acompañado por la constante pulsación de un ánimo generoso".
Las obras de Tácito. De gran importancia es el conjunto de las obras de este gran prosista. De su primera época, parece —aunque la paternidad ha sido muy discutida— el Diálogo de los Oradores, en el que se discute acerca de las causas de la corrupción de la elocuencia, no desde el punto de vista frío y formal de los retóricos, sino desde un ángulo cultural y humano.
La Vida de Agrícola nos cuenta la vida y costumbres de su suegro Julio Agrícola, que fue gobernador
romano de Bretaña. La Germania está considerada por muchos alemanes como un monumento nacional germánico. De los catorce libros de Historias, no nos han llegado, por desgracia, más que cuatro y parte del quinto; pero su obra maestra, la historia romana que constituye una de las obras históricas más importantes que jamás se hayan escrito, se titula Anales y nos cuenta la vida romana desde la muerte de Augusto a la de Nerón, etapa anterior a la que es objeto de la atención de las ya citadas Historias. Pero tampoco nos han llegado completos; solamente disponemos de los 4 primeros, una parte del 5", trozos del 6", el 11, el 15 y casi todo el 16.
A esta última obra, trascendental desde el punto de vista histórico y literario, pertenecen frases de estilo sentencioso que revelan la orientación y la capacidad crítica del maestro de la concisión artística y severa, como por ejemplo, aquella en la que se refiere a la imposición de la paz y el orden romanos por todos los medios: "Los romanos crean un desierto y lo llaman paz". Cayo Cornelio Tácito es uno de los más grandes prosistas de todos los tiempos.