Los medios más modernos son puestos a contribución para asegurar la buena conservación del grano, que se les confía en cantidades considerables. Los silos están divididos en celdas de forma y de distribución variables: de sección cuadrada, rectangular, circular, poligonal: agrupadas en filas, dispuestas en corona o en forma reticular, etc.
El almacenaje puede ser efectuado en sacos o a granel. Este último sistema es el más comúnmente utilizado, y para ello se dispone de depósitos distribuidos en pisos, en los cuales el grano se desplaza por gravedad.
Un silo para cereales dispone siempre de un almacén que permite guardar, bajo vigilancia, las partidas dudosas, y que sirve para preparar las expediciones y conservar el material de manutención y ensacado.
El conjunto requiere unas instalaciones mecánicas importantes: transportadores horizontales (tornillo de Arquímedes, transportadores de correa o de cadena), transportadores verticales (elevadores de cangilones), distribuidores de tipo revólver o pendular; instalación neumática para la aspiración del grano; maquinaria de limpieza, de secado y de selección; control de las temperaturas y control de llenado de las celdas, etc. Todo este conjunto supone también una instalación eléctrica importante.
Gracias al silo, los cereales son conservados en su totalidad al abrigo de las inclemencias del tiempo y de los estragos causados por los roedores.