El esqueje consiste en hacer que se formen raíces en un órgano vegetal que no las tiene. Se puede entonces esquejar con todos los órganos vegetales.
Es bastante fácil hacerlo sobre las hojas, pues se forma en la incisión un callo sobre el cual se pueden desarrollar las raíces fácilmente. Por el contrario, muchas plantas no tienen la posibilidad de dar nacimiento a brotes sobre este mismo callo, después de haber formado raíces (sin un brote es imposible que se desarrolle una planta entera); es entretenido esquejar, por ejemplo, los cotiledones de una calabaza, que alcanzan un peso hasta de un kilo; crecen muy bien, se desarrollan, pero jamás echan brotes.
Por el contrario, si a algunas plantas como las begonias regias, las sansevierias y los lirios, se les quitan las escamas del bulbo, pueden dar plantas enteras a partir de los esquejes de las hojas. Entre las sansevierias hay un problema particular: conocemos la variedad hortícola de colores abigarrados, amarillo y verde; esta planta es una quimera, es decir, que una parte de ella es incapaz de sintetizar la clorofila. Como los callos del esqueje se desarrollan a partir de un pequeño número de células y, sobre todo, que los brotes se diferencian a partir de una sola célula, se obtienen tallos ya sea completamente verdes o completamente amarillos. Por supuesto, las plantas completamente amarillas no son clorofílicas y no pueden vivir. Quedan entonces los brotes completamente verdes cuyo interés decorativo es menor que el de la planta madre.
Finalmente, muchos vegetales compuestos, particularmente los cardos, son capaces de originar brotes sobre sus raíces; y por eso es tan difícil erradicar estas plantas indeseables del jardín.