La nieve se derrite y se transforma en lluvia al atravesar las capas de aire de una temperatura superior a cero grados. Por eso no nieva nunca en los lugares donde reina permanentemente una temperatura elevada. Naturalmente, en las latitudes situadas en la zona templada nieva más abundantemente en las montañas que en las llanuras, puesto que la temperatura en aquéllas es siempre menor de la que reina en éstas.
En lo que respecta a la distribución geográfica, el límite ecuatorial de la nieve, es decir, la línea debajo de la cual no nieva nunca (por supuesto, al nivel del mar) se halla situada, cerca de los paralelos de 30 grados norte y sur. En ella se hallan incluidas las zonas subtrópicales de ambos hemisferios.