Durante buena parte de su vida, León Trotzki fue un hombre sin patria, errante de país en país. Nació en Yanovka, Kherson (Ucrania), de padres judíos y se apellidaba Bronstein. En 1900, desterrado a Siberia por sus actividades revolucionarias, se escapó al extranjero con pasaporte falso a nombre de Trotzki. Al regresar a Rusia en 1905, nuevamente fue desterrado y se volvió a escapar (1907).
A principios de 1917, Trotzki arribó a la ciudad de Nueva York y llegó a ser director del periódico socialista ruso Novy Mir (Nuevo Mundo). Al estallar la Revolución, regresó a Rusia y se asoció con Lenin, dirigente del movimiento bolchevique. Cuando los bolcheviques derrocaron al gobierno provisional, nombrado comisario de guerra, organizó los famosos Ejércitos Rojos, que salvaron al país del caos provocado por la invasión extranjera. Después de la muerte de Lenin, en 1924, Trotzki y Stalin discreparon profundamente sobre la organización económica y política del país; Trotzki fue eliminado del gobierno (1925), del Politburó (1926) y del Partido Comunista (1927), y confinado en el Turquestán (1928), de donde logró fugarse para sufrir una terrible odisea por el mundo civilizado; muchos países le negaron la entrada, y de otros, tuvo que salir al poco tiempo: vivió en Turquía, Francia y Noruega, donde escribió en contra del régimen de Stalin; y en 1937, buscó refugio en México, pero en 1940, fue asesinado por Mornard, turbio personaje que supo pacientemente captarse su confianza y le clavó un piolet en la cabeza. El crimen se perpetró en su fortificada quinta de Coyoacán, en los alrededores de la ciudad de México; poco antes, había tenido lugar un espectacular asalto a la casa, que fracasó.
En su libro La revolución traicionada (1937), Trotzki arremete contra Stalin. Otros libros suyos son: Defensa del terrorismo; Lenin; Mi Vida; La Historia de la Revolución Rusa; ¿A dónde va Inglaterra?; Stalin; El origen del Ejército Rojo; Capitalismo y socialismo; Europa y América; La revolución permanente, etc.
En el citado libro Mi Vida, dice de Lenin: "Fue mi maestro. Esto no quiere decir que yo repitiera cada una de sus palabras y gestos, sino que yo aprendí de él a llegar independientemente a las mismas conclusiones".
Arno Dosc-Fleurot, durante largo tiempo corresponsal del World de Nueva York y que se encontró en plena Revolución Rusa, dice: "Mientras los rostros de muchos individuos, en medio de aquellos precipitados acontecimientos, han permanecido grabados en mi memoria, no puedo recordar haber visto nunca a Kamenev, a Zinoviev o a Stalin. Más tarde, emergieron ellos junto con otras personas; pero en los días en que había que actuar o morir, había allí solamente una gran figura: Trotzki".