El silicio desempeña un importante papel en el mundo mineral. Nunca se encuentra aislado, pero la corteza terrestre está formada en un 87 por ciento por compuestos de silicio, tales como óxido o anhídrido de silicio, llamado sílice o cuarzo (SiO2), y silicatos de aluminio, magnesio, hierro y otros metales. La arena, el cuarzo, el granito y muchas otras rocas están formadas por sílice o por silicatos. La arcilla y la tierra vegetal contienen silicatos en gran proporción. A pesar de la gran abundancia en que se encuentra en la Tierra, el silicio nunca existe libre en la Naturaleza, y cuando se le separa, se presenta en la forma de una substancia de color gris, sin cualidades metálicas.
Entra en la composición de muchas piedras semipreciosas, como ágata, amatista, venturina, cornalina, calcedonia, jaspe, ónice, ópalo y sardónice. Sus compuestos naturales juegan un papel importante en la industria química y en la fabricación de vidrio, loza, ladrillos refractarios y otros materiales resistentes al calor. El hierro colado contiene silicio. El acero al silicio es útil en la industria eléctrica porque no es magnético. Toda una familia de productos sintéticos, llamados silicones, contienen como elemento fundamental el silicio.
Fundido con partes iguales de carbón a grandes temperaturas en un horno eléctrico, produce la substancia artificial llamada carborundo (SiC) o carburo de silicio, casi tan dura como el diamante, que se emplea para la fabricación de piedras de afilar, ruedas de molino y polvos para pulir. Fue obtenido por casualidad en 1891 por el americano Edward G. Acheson, mientras efectuaba experimentos para hacer diamantes artificiales. Es una substancia tan resistente al calor, que una capa de carborundo y arcilla de un espesor de un milímetro es suficiente para proteger las paredes de ladrillo de un horno contra una temperatura capaz de fundir el hierro y el acero. En la región de las cataratas del Niágara, se produce el carborundo por fusión en un horno eléctrico, durante 36 horas, de una mezcla de 35 partes de carbón de coque, 56 de arena, 7 de aserrín y 2 de sal.
El silicio tiene una intensa afinidad por el oxígeno y sólo puede separarse de él (o sea, reducirse) por medio de un agente reductor muy potente como el magnesio o a una temperatura elevada por medio del carbón. El silicio amorfo, preparado en el laboratorio calentando sílice con polvo de magnesio, es un polvo de color pardo claro. El silicio comercial se produce calentando sílice y carbón en un horno eléctrico o bien calentando sílice y carburo de silicio. Es una masa cristalina de color gris.
Está en el mismo grupo que el carburo en la tabla periódica y tiene propiedades químicas semejantes. Forma compuestos binarios con muchos metales, con algunos metaloides, y con el oxígeno y el hidrógeno. A diferencia del carbono, forma aleaciones con los metales.
El silicio tiene por símbolo Si, y su densidad es 2.39. Es tetravalente. Su peso atómico es 28.06, y su número atómico, 14. Se funde a 1.450 °C. Fue aislado por primera vez por el ilustre químico sueco Juan Jacobo Berzelius (1822). Es mal conductor del calor y de la electricidad e insoluble en el agua, pero lo ataca su vapor a la temperatura del rojo obscuro.