¿De qué depende la afinidad de los átomos y, en consecuencia, la posibilidad de constituir moléculas?
Pongamos por ejemplo a dos átomos diferentes, el oxígeno y el argón. En derredor de un núcleo central de cualquier átomo giran partículas cargadas de electricidad: los electrones. En el átomo de oxígeno los electrones de la órbita exterior son seis, en el correspondiente al argón son ocho. Los átomos que poseen en la órbita externa ocho electrones son estables, o sea que se encuentran equilibrados y no se unen a ningún otro elemento. Están en esta condición los llamados "gases nobles" (neón, argón, criptón y xenón). Todos los otros átomos tratan de completar el número de los electrones hasta lograr la configuración de los "gases nobles". Así, por ejemplo, los átomos que tienen un sólo electrón en su órbita externa se combinan con los que tienen siete. Esto da origen a todos los fenómenos químicos.
El sodio (Na) tiene un electrón en su órbita exterior (en lugar de 8) y se combina con el cloro (Cl) que posee 7. A consecuencia de ello se forma la molécula de cloruro de sodio (sal comestible). Entre todos los átomos hay cuatro que, a través de sus combinaciones alternadas, forman las moléculas más importantes para nuestra vida: el carbono (C), el oxígeno (O), el hidrógeno (H) y el nitrógeno (N).
Los átomos de estos elementos tratan de integrar en su órbita externa la cantidad de 8 electrones, y por eso precisamente llenan sus vacíos con el más pequeño y difundido de los átomos: el de hidrógeno, dotado de un solo electrón.
De esta manera forman las moléculas de los compuestos fundamentales de la naturaleza: agua (H20), amoníaco (NH3), metano (CH4).
De la unión ulterior de éstos derivan los tres componentes de los organismos vivos: las grandes moléculas de los carbohidratos (azúcares y almidones) las grasas y las proteínas, constituidas por decenas y aún centenares de átomos.
Cloruro de sodio (sal de mesa) |
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