Desde el siglo
XIX los científicos habían intentado crear un aparato que les permitiese respirar a los buzos sin depender del suministro exterior de aire. Pero no fue sino hasta 1943 cuando el navegante francés Jacques-Yves Cousteau y su colega Emile Gagnan inventaron el aqualung (equipo de respiración autónoma). Cousteau lo usó para bucear a 60 m de profundidad.
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