Al arrancar el carbón en las minas se perforan, a veces, bolsas de grisú. Es un gas muy peligroso, cuyo componente principal es el metano. Suele estallar al contacto de una llama o de una simple chispa. Ocasiona incendios y derrumbamientos.
Las explosiones de grisú constituyen una amenaza permanente en las minas de carbón. Para garantizar la seguridad de los mineros, suelen instalarse en las galerías aparatos de ventilación de gran potencia y otros destinados a detectar la presencia de grisú. Además, y para evitarla propagación de una explosión, se dividen las galerías, por medio de tabiques, en compartimientos y secciones. En el interior de la mina está rigurosamente prohibido encender fuego, ni que sea el de una cerilla.