Una corriente de agua que baña los cilindros capta este calor y lo conduce a un radiador, desde donde es evacuado al aire libre. El radiador está constituido por un haz de tubos verticales o entrecruzados, provistos de unas aletas que aumentan la superficie de refrigeración. Los tubos están soldados a dos depósitos, los colectores, que disponen de un grifo de vaciado y de un aliviadero. El conjunto está protegido por una rejilla. La camisa de agua contenida en la envoltura del grupo de cilindros se extiende por encima de las culatas a fin de refrigerar también las válvulas y las bujías. Dos tubos unen las camisas al radiador, asegurando la ida y vuelta de la corriente de agua. Esta corriente es acelerada por una bomba —constituida por una pequeña rueda de paletas-, que es accionada por el árbol cigüeñal del motor. Montada en la prolongación del eje del ventilador, esta bomba es accionada por la correa que mueve a este último. Determinados motores poseen, además, un sistema de refrigeración del aceite de engrase por medio de un radiador especial, o bien por un dispositivo de aireación del cárter inferior del motor.
El ventilador que activa la refrigeración del radiador está colocado cerca de la cara interior de éste y es accionado, mediante una correa de tensión regulable, por el árbol cigüeñal.
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