Un famoso médico del siglo VI afirmaba que no se podía ser un buen cirujano si no se tenían nociones claras de medicina. Y es evidente: ¿Cómo poder practicar una operación quirúrgica sin conocer perfectamente el cuerpo humano y todos sus órganos?
Y así, aunque nacida antes que la medicina, la cirugía no pudo realizar mayores progresos, sino hasta después de los que se hicieron en anatomía, fisiología y patología. Para tener noticias suficientemente precisas sobre las más famosas intervenciones quirúrgicas de la antigüedad, hace falta remontarse al año 3500 antes de Cristo, época de la cirugía egipcia.
Los primeros en dejarnos una especie de tratado de cirugía, fueron los antiguos egipcios. Éstos, de acuerdo con lo que se puede leer en algunos papiros sacados a luz no hace mucho tiempo, estaban en condiciones de intervenir quirúrgicamente para curar lesiones traumáticas del cráneo, del rostro, del cuello y de la columna vertebral, a las que atendían con éxito.
Un gran cirujano de la antigüedad fue Hipócrates (460-377 antes de Cristo): enseñó a cortar los abscesos y a curar la pleuritis purulenta, mediante una incisión intercostal que se denomina pleurotomía.
Si bien por méritos de Galeno (siglo II después de Cristo) los estudios sobre anatomía y fisiología recibieron notable impulso, todavía debería transcurrir mucho tiempo antes de que la cirugía pudiera progresar. Y la razón fue principalmente esta: durante muchos siglos, casi todos los médicos desdeñaron practicar intervenciones quirúrgicas, considerándolas como trabajo manual, indigno de un estudioso. Se limitaban a impartir enseñanzas teóricas y confiaban la ejecución material de la intervención quirúrgica a personas que tenían muy pocas nociones de medicina.
Mientras tanto, la anatomía y la fisiología efectuaban marcados progresos, debido a los estudios de Ambroise Paré (1510-1590), de Miguel Servet (1511-1553), de Andrés Vesalio (1514-1564), de William Harvey (1578-1658), de Marcelo Malpighi (1628-1694), de Silvio Francisco de la Boe (1614-1672) y de otros eminentes investigadores.
¿Cuándo comenzó un auténtico progreso de la cirugía? Cuando se pusieron a su servicio todas las valiosas nociones anatómicas, fisiológicas, patológicas, terapéuticas y bacteriológicas, adquiridas a lo largo de los siglos; y, principalmente, cuando se llegó a la convicción de que solamente será un buen cirujano quien tenga profundos conocimientos de medicina.