Las plantas necesitan respirar, al igual que los animales y las personas. Durante el día, al tiempo que producen y utilizan el oxígeno, liberan anhídrido carbónico, como una persona lo hace cuando respira. Las plantas son capaces de producir su propio alimento, pero al igual que un hombre, deben convertirlo en energía a través de la respiración. Esta energía se emplea en el crecimiento y reparación del tejido gastado. Por la noche, cuando no pueden realizar la fotosíntesis, toman el oxígeno del aire exterior para continuar respirando.
Las plantas no tienen pulmones como mamíferos, ni branquias como los peces. Los gases del aire pasan a través de diminutos poros localizados debajo de las hojas, llamados estomas. Las plantas acuáticas "respiran" el oxígeno disuelto en el agua.
Al amanecer y al anochecer las plantas realizan la fotosíntesis y la respiración a la misma velocidad. Así la planta fabrica y descompone el alimento simultáneamente. Esto significa que no necesita ingredientes adicionales del aire de su entorno. A otras horas uno de los procesos ocurre más rápido que el otro.