Lo cierto es que las serpientes tienen una apariencia y unas costumbres que intrigan o causan temor.
En primer lugar, nunca cierran los ojos; no pueden hacerlo porque no tienen párpados, sino tan sólo unas membranas transparentes protectoras, originadas por evolución de ambos párpados. Tal es la causa por la que la mirada de estos reptiles sea fija y vidriosa; esto ha contribuido a la falsa creencia popular de que son capaces de hipnotizar a su presa. Otro hecho sorprendente es el que una serpiente, al desprenderse de su vieja piel, aparece de nuevo limpia y brillante, con otra indumentaria. Esta rara propiedad hizo creer a los pueblos primitivos que las serpientes eran inmortales y podían renovarse y empezar de nuevo su vida. Se suponía que incluso cortadas en dos partes, cada una de ellas se arrastraba hasta encontrar a la otra, y entonces, se soldaban y formaban de nuevo el cuerpo del reptil. Realmente lo que les pasa es que la piel de la serpiente, en vez de caer en trozos o en pequeñas escamas que se desprenden sucesivamente, como pasa en la mayor parte de los lagartos y en el hombre mismo, es cambiada de una sola vez. La parte desprendida es lo que se llama camisa de la culebra.
Serpientes
Serpiente de cascabel
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