La fosa submarina más profunda es la de las islas Marianas, en el océano Pacífico. La profundidad del agua alcanza en algunos sitios más de 11 000 m.
Fue en esa sima vertiginosa donde el suizo Jacques Piccard y el norteamericano Donald Walsh decidieron bajar a bordo del batiscafo Trieste, una cápsula de 2 m de diámetro, construida con un acero muy resistente y de 12 toneladas de peso.
El 23 de enero de 1960, el Trieste fue bajado al mar y comenzó su descenso. Al cabo de 100 m la luz del día ya no penetró en el agua: el batiscafo se deslizaba en la oscuridad total, alumbrado solamente por sus faros.
Poco a poco, la temperatura del agua baja, los peces se van haciendo más escasos y la presión, es decir la fuerza ejercida por el agua sobre las estructuras del Trieste, aumentaba peligrosamente .
Al cabo de cuatro horas y media, la cápsula tocó el fondo, a 10 916 m. La temperatura del agua era de 3 °C y la presión de más de una tonelada por centímetro cuadrado.