Al pasar por las rocas, el agua recoge minerales, que algunas personas consideran buenos para la salud. Desde tiempos antiguos, se ha dicho que el agua mineral cura el reumatismo, algunas enfermedades de la piel y la mala digestión.
El agua del grifo, en cambio, proviene de los ríos y lagos, los cuales se alimentan del agua que fluye de las montañas o la que han recogido de la lluvia. Este líquido se almacena en depósitos o torres de agua hasta que se necesita. La mayoría de las ciudades añaden productos químicos en el agua purificándola antes de distribuirla a los hogares, fábricas y otros edificios.
Una persona bebe un promedio de 60.000 litros de agua durante su vida.