La Biblia habla de dos árboles sagrados en el Jardín del Edén, el Árbol de la Vida y el Árbol del Conocimiento. A Adán y Eva se les permitía comer del fruto de cualquier árbol en el Jardín del Edén, excepto la fruta del árbol del conocimiento, ya que Dios no quería que obtuvieran el conocimiento del bien y del mal.
Los antiguos egipcios creían que los dioses vivían en los árboles sicomoros en la frontera entre este mundo y el siguiente. Era en estos árboles que los dioses les daban de comer y beber a las almas que viajaban de este mundo al otro.
Para los persas, el ciprés era el hogar de un dios.
Los budistas de la India consideran sagrado al árbol bo. El árbol bo es una higuera que crece 30 metros de altura y tiene enormes ramas extendidas. Los budistas creen que mientras Siddhārtha Gautama estaba meditando bajo una de estas higueras, recibió un conocimiento celestial que lo convirtió en Buda.
Entre los griegos, el laurel estaba consagrado al dios Apolo, el olivo, a la diosa Atenea, y el roble, al dios Zeus. De hecho, la mitología griega contiene muchas historias sobre los árboles. Uno de los mitos griegos más famosos es sobre Filemón y Baucis (que fueron los únicos en Frigia que dieron hospedaje a Zeús y Hermes). Eran una pareja que se amaba tanto que Zeus hizo algo especial para ellos cuando murieron el mismo día. Transformó a Filemón en un roble, mientras a Baucis que estaba a su lado, la convirtió en un árbol de tilo. En la parte superior, las ramas de este par de árboles estaban entrelazadas, como si los dos estuvieran abrazados.