Desde el año 1958 se fabrican latas para bebidas con aluminio, un metal ligero y abundante que se extrae de rocas y arcillas. Sin embargo, muchas de las latas que vemos en los supermercados se hacen con latas viejas a las que se les dio nueva vida. En una planta de reciclado, las latas se funden y el metal se vierte en moldes para formar lingotes, que se llevan a una fábrica en la que grandes prensas los convierten en finas láminas de aluminio. Otras máquinas cortan esas láminas y las sueldan para producir latas nuevas.