Todas las células de nuestro cuerpo necesitan aire u oxígeno, para llevar a cabo sus diferentes funciones. Sin oxígeno, estas funciones se detendrían por completamente. A lo largo de nuestra vida respiramos oxígeno de forma continua y automáticamente, sin que tengamos que decir: "Voy a respirar", o "no voy a respirar".
Una vez que este oxígeno llega a los pulmones, entra en pequeños sacos de aire llamados alvéolos a través de unas paredes muy finas. Estas paredes están llenas de pequeños vasos sanguíneos o capilares. El oxígeno entra en los capilares que están conectados al corazón. El corazón bombea la sangre cargada de oxígeno a todas las células de nuestro cuerpo.
Con cada respiración, inhalamos alrededor de 1 litro de aire. Este nuevo aire se mezcla con el aire que se encuentra en los pulmones. Sin embargo, cuando estamos haciendo ejercicio, ¡podemos inhalar hasta 4 litros de aire con cada respiración!