Cuando nos cortamos un dedo, la sangre fluye de los pequeños vasos sanguíneos en la piel. Esta sangre ayuda a eliminar la suciedad y los gérmenes que pueden estar en la zona del corte. Sin embargo, el sangrado se detiene pronto, porque la sangre se espesa, o se coágula.
Los coágulos mantienen fuera las bacterias nocivas y pronto forman una costra. La costra actúa como protección, mientras que la herida está sanando. Cuando el corte está totalmente cerrado, se cae la costra y nueva piel crece.