A fin de mantener el calendario en línea con el movimiento de la Tierra alrededor del Sol, cada cuatro años se le añade un día al calendario, por lo que en lugar de 365 días, el año tiene 366. El día extra se añade después del 28 de febrero.
El año de 366 días se le llama año bisiesto.
En algunas partes de Europa, se tomó la costumbre de que el 29 de febrero, una mujer podía pedir a un hombre para casarse con ella. Una leyenda cuenta que la costumbre se inició en Irlanda durante el siglo quinto. En esa época, a los sacerdotes y monjas se les permitía casarse. Santa Brígida le preguntó a San Patricio si las monjas podían pedir a los sacerdotes, y él estuvo de acuerdo en permitir la práctica, pero sólo uno de cada siete años. Pero ella lo convenció para acortarlo a cada cuatro años, durante los años bisiestos solamente.
Esta historia es probablemente una invención, porque Brígida tenía sólo 8 años cuando San Patricio falleció. Pero sí sabemos de una ley aprobada en Escocia en 1288, que no sólo le dio a la mujer el derecho a pedir la mano de un hombre durante un año bisiesto, ¡pero también imponía una multa al hombre que se negara a aceptar una propuesta de matrimonio!
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