Los satélites de comunicaciones lanzados por gigantescos cohetes han sido puestos en órbita alrededor de la Tierra desde el decenio de 1960. A bordo de cada satélite hay un receptor de radio para recibir las señales de la Tierra, un amplificador para reforzar estas señales, y un transmisor para enviarlas de vuelta a la Tierra. Todo este equipo electrónico funciona con baterías solares.
Las señales de televisión, radio, internet y las conversaciones telefónicas se pueden transmitir de una parte de la Tierra a otra a través de cualquiera de los varios satélites de comunicaciones que actualmente orbitan. Un solo satélite, el INTELSAT IV, pueden recibir y transmitir 5.000 conversaciones telefónicas y 12 programas de televisión, todo al mismo tiempo. El INTELSAT IV tiene menos de 3 metros de altura.
Si, por ejemplo, el Campeonato del torneo de tenis de Wimbledon se transmite en todo el mundo, desde Inglaterra, esa señal es enviada desde una estación transmisora en Inglaterra a tres satélites en órbita: uno, sobre el Océano Atlántico, otro, sobre el Océano Índico; y el último, sobre el Océano Pacífico. Tanto las estaciones de tierra que envían y reciben las señales deben apuntar sus antenas directamente al satélite para que la señal se transmita con claridad.
Las primeras imágenes de televisión transmitidas a la Tierra desde la Luna fueron enviadas vía satélite, por los astronautas del Apolo XI, cuando alunizaban en nuestro satélite natural.
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