El problema es con el papel que se utiliza actualmente, ya que su contenido de compuestos químicos, como los ácidos usados para el blanqueo, son los que acaban por consumirlo. Para los bibliotecarios esto es un desastre potencial, ya que significa que los libros publicados desde 1850 podrían autodestruirse poco a poco.
Mike Weston, de la Biblioteca Británica, dice: ‘‘Resulta irónico que el papel de los libros publicados desde los inicios de la imprenta, en 1475, se conserven en mucho mejor estado que algunos publicados hace apenas 40 años.’’
Los bibliotecarios están empeñados en encontrar algún tratamiento económico que les permita preservar los libros. Hasta ahora, el único medio consiste en desencuadernarlos y someter cada página a un tratamiento para eliminar el ácido. Si bien esto es justificable en el caso de ediciones valiosas, no resulta práctico para el común de los libros. Algunos fabricantes están produciendo papel con sustancias neutras, más inocuas.
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