Cuando sucede un accidente aéreo la parte más importante que se recupera es la llamada "caja negra". Hay dos de éstas en cada aeronave, con una grabadora especial en cada caja.
Una de las grabadoras es la que se encarga de retener los datos de vuelo, proporcionando un registro de los movimientos de instrumentos clave, como los indicadores de la velocidad del viento y de la altitud, y la posición de los timones y los alerones. La información, en forma de pulsaciones electrónicas, queda grabada en una cinta. En esta grabadora de los datos de vuelo (bitácora) se registran hasta 200 horas de vuelo. Esta caja negra se encuentra en la parte trasera del avión.
La otra caja contiene la grabadora de voz de la cabina, la cual registra las conversaciones y los sonidos de la tripulación. Trabaja con una cinta continua que dura 30 minutos (si bien los últimos modelos digitales registran hasta 120 minutos), por lo que queda grabada la última media hora. Esta caja negra se localiza en la parte superior de la cabina.
Las cajas que protegen estas grabadoras están constituidas de dos placas de acero inoxidable, entre las que hay material que les permite resistir temperaturas de más de 1.000 grados centígrados durante media hora.
A pesar de su nombre, la caja negra no es obscura sino de un fosforescente color naranja, más fácil de visualizar entre los escombros de un desastre aéreo.
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