El arte tibetano


   Contra el cielo casi siempre gris de un triste paisaje situado a 4.000 metros de altura, resaltan cinco grandes "techos dorados". Pertenecen al más célebre monasterio del Tibet: el que se levanta en la capital, la ciudad de Lasa (que significa lugar de Dios).
   En el interior, tétrico y sin adornos, de este santuario, existe una grandiosa estatua de oro, decorada con piedras y joyas de incalculable valor y que representa a Buda sentado en un trono.
   Esta estatua está considerada como una de las mas hermosas y valiosas obras creadas por el arte tibetano. Y ello es bastante significativo: demuestra que lo mejor del arte tibetano representa un objeto vinculado con el culto religioso.
   En efecto, los tibetanos, que forman uno de los pueblos más místicos de la Tierra, utilizaron y utilizan en la actualidad el arte solo para manifestar sus sentimientos religiosos en las más diversas formas.


CARACTERÍSTICAS DEL ARTE TIBETANO
La escultura y la pintura son los dos aspectos más importantes y perdurables del arte tibetano tradicional.
   Ya hemos dicho que este no es otra cosa que una manifestación del sentimiento religioso. Y hay que añadir también que el arte nació en el Tibet solo cuando se difundió la religión budista.
Por ello, las estatuas (tanto de metal como de piedra), los bajorrelieves y las pinturas se inspiran siempre en objetos religiosos. Los más comunes son, sin duda, los Budas, reproducidos en numerosísimas obras de arte; los dioses o divinidades tutelares o terroríficas, representadas por ídolos en actitudes espantosas.
   También la arquitectura tibetana está al servicio de la religión. En efecto, las mejores obras arquitectónicas del país son templos, santuarios y monasterios.
Salvo raras excepciones, no se puede afirmar, en general, que haya edificios de particular valor artístico.
   Las construcciones tibetanas son, sin embargo, bastante características. Su originalidad deriva, bien sea del ambiente natural en que están construidas (lugares aislados y de difícil acceso, cumbres de macizos montañosos y vertientes escarpadas de montanas), bien sea de su imponente masa, que resulta de un conjunto de construcciones adosadas unas a otras en tal forma que completan una única y majestuosa unidad arquitectónica.
Característica común a la pintura, a la escultura y a la arquitectura tibetanas es el esplendor y la variedad de los colores.