¿Quién fundó la «Religión de la Humanidad»?

   Casi toda la filosofía del siglo XIX está dominada por el positivismo, una tendencia que, oponiéndose a la filosofía romántica, se negaba a admitir otra realidad que no fueran los hechos y a investigar otra cosa que no fueran las relaciones entre tales hechos. El filósofo más ca­racterístico del positivismo sería Auguste Comte (1789-1857), un francés nacido en Montpellier, muy influenciado por las ideas de la Re­volución Francesa. Fue secretario de Saint-Simon, también filósofo, y colaborador de Le Producteur, ór­gano del saintsimonismo, pero ter­minó rompiendo con él para poder impartir libremente su primer curso de Filosofía Positiva. Fue profesor en la Escuela Politécnica de Mate­máticas, pero jamás consiguió el nombramiento oficial y tuvo que vi­vir hasta el final de sus días de la protección económica de sus se­guidores.

    A pesar de ser un pensador positi­vista, su vida no fue precisamente un ejemplo de sentido práctico y cordura. Por el contrario, mantuvo una existencia, desgraciada y, en sus últimos años, llegó a rozar la lo­cura. Según su propio testimonio, fue de capital importancia para su pensamiento la relación con Clotil­de de Vaux, quien le inspiró su fa­mosa y pintoresca doctrina de la Religión de la Humanidad. Comte pensaba que todos los conocimien­tos pasan por tres estadios, el pri­mero de los cuales es el teológico, que corresponde a la infancia de la Humanidad y en el que el hombre busca las causas y los principios de las cosas. El segundo es el metafísico, que corresponde a la adolescencia; en él se intenta explicar la naturaleza de las cosas sin recurrir a causas sobrenaturales. El tercero, por fin, es el estadio positivo, en el que la mente busca sólo hechos y leyes, ateniéndose únicamente a lo que nos es dado. Esta tercera fase positiva sería equivalente a un esta­dio de madurez.

    Auguste Comte no se propuso fun­dar una nueva filosofía, sino proce­der a una reforma de la sociedad, por lo que se le considera el funda­dor de la sociología. Aplicó a la so­ciedad su esquema de los tres esta­dios. La Humanidad, según él, ha pasado por una época militar, otra legista y otra industrial. La teoría de la Religión de la Humanidad no de­jaba de insertarse, a pesar de su extravagancia, en el resto de su pensamiento: la Humanidad era el Gran Ser, al que se debe rendir cul­to. Imaginó este culto de un modo semejante al de la Iglesia, con sa­cerdotes, ritos, fiestas, calendarios, etcétera.

    El lema de Comte era: El Amor como principio, el Orden como base y el Progreso como fin.