ISABEL LA CATÓLICA (1451-1504)

   La princesa Isabel llegó a ser reina, por herencia, de Castilla y León. Por matri­monio con él rey Fernando de Aragón, re­unió con su esposo el cetro de las tres regiones centrales de España.
   Fernando fue un hábil político, pero la reina Isabel fue, además, una gran se­ñora de noble conducta y de intuición para intentar y realizar grandes empresas. Los dos reyes recibieron del pontífice ro­mano el título de soberanos católicos, por­que fueron sostenedores de la unidad y el poder de la Iglesia Católica.
   La reina Isabel tomó parte directa y personal en el progreso de su reino, refor­zando la autoridad del trono, protegiendo las letras y las artes y realizando en 1492 la liberación de España con la toma de Granada, último reducto de los árabes que habían dominado en la península durante ocho siglos.
   Pero el nombre de Isabel la Católica es más famoso todavía por haber apoyado los proyectos de Cristóbal Colón cuando casi todos se negaban a creer en la posi­bilidad de encontrar el camino marítimo a las Indias, navegando hacia occidente. La reina Isabel decidió patrocinar esta empresa, "aunque para ello fuera necesa­rio empeñar sus joyas". Así participó en la gloria del descubrimiento del Nuevo Mundo.
   El descubrimiento de América, seguido por la conquista y la colonización, fue la base de un imperio hispánico de tal extensión, que los herederos de la reina Isabel pudieron decir "que en sus dominios nunca se ponía el sol" Y aun después de la des­integración política de ese imperio, se con­serva la unidad de idioma, religión y cul­tura de los pueblos hispanoamericanos, que honran con estatuas y elogios a la protectora del descubridor de América.