Las turbinas

   Probablemente habréis visto a los bomberos arrastrando una mangue­ra hacia un edificio que está ardiendo. La manguera está llena de agua casi hasta reventar, pero la boquilla está cerrada. Un hombre puede sostenerla fácilmente, pero tan pronto como la boquilla se abre y el chorro empieza a brotar, la mangue­ra se pone tensa y salta como una gigan­tesca serpiente. Dos o tres hombres tienen que poner toda su fuerza a prueba para mantener la boquilla en dirección al fuego. Esa fuerza repentina que se produce al entrar en juego la presión de un fluido es la misma que se usa en las turbinas, ya sean de agua, de va­por o de aire, según que la fuerza la desarrolle uno de estos tres elementos. Pues bien, si quisierais uti­lizar la fuerza desarrollada por la manguera de los bomberos, podrías colocar una rueda con aspas cerca de ella y dirigirle el chorro de agua; entonces, la rueda giraría a gran velocidad. Este sería un ejemplo de la forma más sencilla de turbina, llama­da turbina de velocidad o de impulsión.

   De otro modo: imaginaos una serie de ruedas dentro de la manguera, todas unidas de un modo especial a un eje y dispues­tas en forma tal, que la co­rriente de agua las impulse a una después de otra. Como es consiguiente, la corriente de agua de la manguera disminuiría el impulso y estas ruedas no girarían tan violentamente como aquella de que antes hemos hablado, pero ten­drían un movimiento cons­tante e igual. Éste sería un ejemplo de turbina de pre­sión o de reacción.

   Existen muchas maneras de aplicar estos dos siste­mas fundamentales. El va­por, a la presión ordinaria que adquiere en la caldera, tiene una gran ventaja so­bre el agua; aumenta su volumen con tremenda ve­locidad, con frecuencia, hasta 1 200 metros cúbicos por segundo. Ninguna rue­da puede girar a esta velo­cidad, pero existen diversos procedimientos para ate­nuar la acción del vapor, como la distribución de la corriente a través de va­rias ruedas sucesivas. La turbina Curtís de vapor es de sistema de impulsión, mientras que la de tipo Parson pertenece al grupo de la de reacción.

   Las turbinas de agua son de inmensa utilidad en donde se puede conseguir una corriente abundante y rápida. Se usan para generar electricidad, para bombear agua para riego, etc.

   Entre las mayores fábricas hidroeléctricas del mun­do, figuran las situadas en las Cataratas del Niá­gara, donde el gran caudal de agua sólo es utili­zado, en parte, mediante turbinas gigantescas de tipo Francis. En todas las montañas donde existen ríos con grandes desniveles, puede utilizarse la gran presión de las aguas para poner en marcha turbinas como las llamadas ruedas de Pelton. En donde el vo­lumen del agua es grande, pero la presión es peque­ña, se emplean turbinas de tipo helicoidal de presión o reacción.

   Para que las turbinas de vapor sean eficientes, deben trabajar a gran velocidad. Esto dificulta su uso en los barcos, porque las hélices no pueden gi­rar a la velocidad de ellas. Algunos barcos solucio­nan este problema por medio de engranajes reduc­tores de velocidad, colocados entre las turbinas y las hélices. Para hacer retroceder a las naves, se usan turbinas distintas, por ser imposible invertir la dirección de su movimiento. En los barcos movi­dos por electricidad, las turbinas llamadas turbo-eléctricas operan sobre generadores eléctricos, que pueden girar a la velocidad de ellas. Las corrientes eléctricas así engendradas son las que mueven las hé­lices.

   Los ferrocarriles han ensayado turbinas movidas con carbón pulverizado co­mo combustible para poner en movimiento generadores eléctricos; a veces, por me­dio de un juego de engra­najes reductores, se las co­necta con las ruedas.