¿Cómo sube el agua en una planta?


   El movimiento ascendente del agua en las plantas comienza en los finos pelos radicales unicelulares. Por osmosis (izquierda), el agua del suelo se difun­de al interior de estas células a través de sus paredes semipermeables, y diluye los azúcares disueltos y las sales y otras sustancias de la savia celular que contienen. A medida que el agua diluye la savia ce­lular aumenta la presión osmótica que ejerce la cé­lula hasta que las paredes celulares se distienden a su límite físico y las células se ponen turgescentes. La osmosis se verifica a través de los pelos radicales y las células de las raíces mismas hasta que el agua pasa al vaso principal que conduce al tallo. La turgescencia acumulada en esas células produce el fe­nómeno de la presión de la raíz, que es suficiente para mover agua hacia el tallo o tronco de la planta, y constituye el impulso del «goteo», la liberación matinal de gotas de agua en los bordes de las hojas. Sin embargo, la fuerza que eleva toneladas de agua a la copa de una sequoia gigante o gramos de agua hasta una violeta es muy distinta y resulta de la transpiración. Una planta de maíz puede transpirar 1,8 litros diarios de agua y una hectárea de maíz unos 3 millones de litros durante la estación. Este agua sólo puede reemplazarse por las raíces, y circu­la por innumerables tubos finos del tallo y todas las ramas, elevada por la succión de las hojas en mi­les de columnas que suben sin romperse gracias a la cohesión del agua.