Aunque se piense lo contrario, el aire que rodea la Tierra pesa bastante. Ejerce sobre todo lo que toca una presión, que se puede medir con un instrumento llamado barómetro. Esta presión ayuda a saber qué tiempo hará o a determinar la altura a que vuela un avión.
El descubrimiento del barómetro de mercurio, realizado por Torricelli en 1643, demostró que el aire ejerce una presión que es posible medir. Esa presión varía según los días y los lugares. La presión baja es anuncio de vientos y, a menudo, de lluvia, mientras que la presión alta presagia cielos despejados. En un avión que toma altura, la presión disminuye (a razón de 1 cm de mercurio por cada 100 metros), y aumenta cuando desciende. Así, pues, el barómetro sirve también para medir la altitud; en ese caso, recibe el nombre de altímetro, un instrumento indispensable para los aviones.