¿Cómo surgieron los monasterios?



   Durante los siglos de más negra barbarie de la Edad Media, cuando parecía que se hubiera extinguido cualquier forma de justicia y caridad, en tanto que las interminables guerras se abatían constantemente sobre toda Europa nació el monaquismo. Los monasterios, que muy pronto se multiplicaron por todas partes, se convirtieron en auténticas islas de paz. Los bárbaros los respetaron casi siempre, lo que les permitió erigirse sucesiva o simultaneamente en refugios contra el peligro, en asilos para los menesterosos, en centros de cultura y de fe, y en escuelas para muchos jóvenes.
   En ellos buscaron la paz multitud de personas acaudaladas y hartas de su ajetreada y vana vida. Las tierras que tales señores ofrecían a los conventos se destinaban a obras caritativas.

El origen de los tres mosqueteros


   Los mosqueteros fueron antiguos soldados de a pie, que servían y hacían la guerra armados con mosquetes, especie de fusil mucho más largo y de mayor calibre que el actual.
   Los mosquetes, que empezaron a utilizarse en el siglo XV como armas de posición, debían dispararse apoyados sobre una horquilla. Recibieron también el nombre de mosqueteros los miembros de la guardia real francesa, creada por Luis XII en el año 1622 y disuelta definitivamente en el ano 1815. Su jefe más famoso fue Charles D'Artagnan, a quien Dumas padre tomó por protagonista en su popularísima obra Los tres mosqueteros. Esta novela, desde su publicación, ha hecho las delicias de millones de lectores de todo el mundo. En ella la acción predomina sobre todo, y el análisis y el colorido de la narracion es tal que justifica el gran éxito que la novela ha alcanzado y alcanza entre el gran público.

   He aquí los consejos que el padre de D'Artagnan da a su hijo, antes de que este parta hacia París, para hacer carrera en la corte:
   -Hijo mío. este caballo ha nacido en la casa de tu padre hace trece años, y ha permanecido en ella desde que nació; no lo vendas, pues, nunca; déjalo morir tranquilo y honrosamente de vejez, y si haces con el una campaña, cuídalo como cuidarías a un servidor querido. En la corte, si alguna vez te cabe el honor de entrar en ella, sostén con dignidad tu nombre de caballero, como lo hicieron siempre tus ascendientes por espacio de cinco siglos. No sufras jamás nada que te ofenda u ofenda a los tuyos (por los tuyos entiendo los parientes y amigos), salvo por parte del señor cardenal o del rey. Por su valor, y solo por él, hace hoy día carrera un caballero. El que tiembla un solo momento deja tal vez escapar la ocasión que la fortuna te ofrecía. Eres joven y debes ser valiente por dos razones: la primera porque eres gascón, y la segunda porque eres mi hijo. No temas los peligros y busca las aventuras. Te he enseñado a manejar la espada; tienes piernas de hierro y una muñeca de acero; bátete, pues, por cualquier cosa, tanto más cuanto que los duelos están prohibidos y, por tanto, quien se bate es dos veces valiente. No puedo darte, hijo mio, más que quince escudos, mi caballo y los consejos que acabas de escuchar. Tu madre añadirá la receta de cierto bálsamo que tiene la milagrosa vir tud de curar todas las heridas que no interesen el corazón. Y ahora ve con Dios, y que vivas mucho tiempo y dichoso.

   Alejandro Dumas nació en ViIlers-Cotterets (Francia) en 1803 y murió en Puys en 1870. Llevó una existencia aventurera y disipada. Dotado de prodigiosa fecundidad e inventiva, escribió numerosas novelas, entre las más famosas de las cuales figuran: Los tres mosqueteros, Veinte años después. El conde de Montecristo, El vizconde de Bragelonne, El collar de la reina.

¿Quiénes eran los Capuleto y los Montesco?

Capuleto y Montesco fueron dos ricas e influyentes familias de la ciudad italiana de Verona. Entre ellos existían antiguas discordias y se odiaban a muerte. Romeo, hijo y heredero de los Montesco, se enamora de la hermosísima Julieta, hija y heredera de los Capuleto. Gracias a los buenos oficios de fray Lorenzo, que desea ver acabada la antigua rivalidad entre las dos familias, Romeo y Julieta se casan secretamente. Aquel mismo día, a primeras horas de la tarde, Romeo mata en duelo a Tibaldo, primo de Julieta y muy estimado por ella. Como castigo, el príncipe destierra a Romeo de Verona. El infeliz Romeo, que no puede vivir lejos de su amada, se desespera, y el bueno de fray Lorenzo intenta consolarle:
—El hombre no es sino un montón de polvo si le falta valor para sostenerse— le dice.
Romeo se despide de Julieta y parte hacia Mantua, cumpliendo así la orden de destierro. Para los jóvenes enamorados, este fue el principio de la tragedia. El señor Capuleto, padre de Julieta, exige a su hija que se case con el conde Paris. Julieta, anonadada, acude a fray Lorenzo en busca de consuelo. El clérigo aconseja a la muchacha que vuelva a su casa, se muestre alegre y de su consentimiento al nuevo matrimonio. Sin embargo, deberá beber un brebaje que la hará dormir profundamente, con todas las apariencias de la muerte, durante cuarenta y dos horas. Sus padres pensaran entonces que ha muerto y la conducirán al panteón de la familia. Entre tanto, fray Lorenzo habría avisado a Romeo, el cual vendría y se la llevaría consigo a Mantua. Julieta sigue las indicaciones de fray Lorenzo: bebe la pócima y cae en un sueño de apariencia mortal. Sus padres, desolados, la creen muerta y el mismo día que había sido señalado para celebrar su matrimonio con Paris, es conducida a la cripta. Romeo, en Mantua, recibe la noticia de la muerte de su amada antes de que llegue el mensajero de fray Lorenzo y pueda decirle que se trata únicamente de una muerte aparente. Deseperado, acude al panteón de los Capuleto con la intención de suicidarse junto al cadáver de su amada. Lo hace así y muere poco antes de que Julieta recupere el conocimiento. Julieta, desesperada, se da muerte con una daga. Los padres, hermanados por la tragedia de sus hijos, deciden olvidar los viejos rencores. Los infelices ancianos, aunque demasiado tarde, rivalizan entonces en cortesías: el senor Montesco promete levantar una estatua de oro a la memoria de Julieta, y el señor Cap¬leto, por su parte, promete levantar otra estatua a Romeo...

Esta es, a grandes rasgos, la historia que sirvio de argumento a Shakespeare para componer su inmortal tragedia R¬meo y Julieta, en la cual tiene que verse simbolizado el triunfo del amor sobre la muerte. Shakespeare esta considerado como uno de los más grandes escritores de todos los tiempos; la riqueza y profu-didad de las situaciones que describe, el análisis de los personajes que crea, algunos de los cuales se han convertido en símbolos (Hamlet, o la duda; Macbeth, o la ambición, Otelo, o los celos, etc.), y la belleza del lenguaje que emplea así lo acreditan. Sus dramas más famosos son: Hamlet, Otelo, El rey Lear y Julio César. Escribió también comedias: Las alegres comadres de Windsor, El sueño de una noche de verano, etc.


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