El coliseo de los Flavios



   Iniciado en el año 72 y terminado ocho años mas tarde, el Coliseo o anfiteatro de los Flavios fue el mayor de los circos del mundo antiguo. Sus grandiosas ruinas se mantienen en pie en el centro de Roma.
   Los romanos le llamaron "el Coloso": "Coloseo", de ahí "Coliseo". Iniciado por Vespasiano, e inaugurado por Tito, fue terminado por Domiciano. Tiene proporciones gigantescas: 527 metros de perímetro, 188 de largo y 156 de ancho. Se ofrecieron en el combates de gladiadores y naumaquias, es decir, combates navales, a los 100 000 espectadores que tenían cabida en sus gradas. Para conmemorar el aniversario de la fundación de Roma, los festejos duraron mas de cien días. Varios temblores de tierra no consiguieron destruir el Coliseo, pero gran cantidad de sus piedras sirvieron para construir posteriormente villas y palacios romanos.

Persépolis

   Entre el Mediterráneo, el Caspio y el golfo Pérsico se extendió en la antigüedad el vasto imperio de los persas. La ciudad de Persépolis, fundada por Darío, reunía un conjunto fabuloso de palacios reales.
   Iniciada su construcción el siglo VI a. de J.C., la ciudad real comprendía los palacios de Darío, de su hijo Jerjes y de Artajerjes. Estos edificios se levantaban sobre un montículo artificial de 13 metros de altura. aplanado para formar una terraza de 473 metros de longitud por 86 de anchura. Se llegaba a pie por una gran escalinata doble, y en carro por una rampa muy suave. La maravillosa sala de recepción de Darío podía albergar 10 000 personas bajo su techo, sostenido por cien columnas de 11 metros de altura. El rey de Macedonia, Alejandro Magno, mando incendiar Persépolis en el ano 331 a. de J.C., con lo cual destruyó una inestimable cantidad de obras de arte y preciosos testimonios de la historia antigua.

La plaza de la Concordia

   En París, entre los Campos Elíseos y los jardines de las Tullerías, se abre una de las más bellas y grandiosas plazas del mundo: la plaza de la Concordia, que forma un perfecto rectángulo de 360 metros de longitud por 210 de anchura.
   En la época en que Gabriel la proyectó y decoró, en 1757, se llamó plaza de Luis XV; en su centro figuraba la estatua de bronce del rey, obra de Bouchardon y Pigalle. En aquel entonces, la rodeaba un foso, cuyas barandas protectoras de piedra se pueden contemplar aún hoy. Mas tarde se convirtió en plaza de la Revolución; Luis XVI fue guillotinado en ella. Se llamó por primera vez plaza de la Concordia en 1795, antes de ser de nuevo plaza de Luis XV y, posteriormente, plaza de Luis XVI. Conserva su nombre actual desde 1830. Dos palacios con columnatas, dos fuentes luminosas y el obelisco de Luxor adornan esta magnífica plaza, rodeada por las estatuas representativas de ocho grandes ciudades de Francia. Lo que la echa a perder son los centenares de automóviles estacionados junto a sus aceras.