Bartolomé Mitre (1821-1906) fue un estadista, militar, periodista e historiador argentino. Educado por su padre, siguió a este con su familia al radicarse en el Uruguay, a cuya escuela militar se incorporó en 1836. Dos años después era alférez de artillería y pronto se inició en la lucha contra la tiranía de Rosas. Emigró a Bolivia en 1847, y después a Chile, donde se reveló como agudo periodista. Integra luego el ejército de Urquiza y tuvo activa participación en la Batalla de Caseros, que puso término a la tiranía rosista.
Sus divergencias con Urquiza lo hicieron figura preponderante del estado de Buenos Aires durante los nueve años que estuvo separado de la Confederación, y su victoria en Pavón lo hizo el héroe de la unificatcion nacional y presidente de la república en 1862.
En 1870 fundó el diario La Nación, del que fue director durante 30 años. También fue eminente historiador.
Midas, el rey del toque de oro
El rey frigio Midas, según una leyenda de los griegos, en cierta ocasión le hizo un favor a Baco (Dioniso), dios del vino. Agradecido este, ofreció al rey otorgarle cualquier deseo que expresara, y Midas le pidió que todo lo que tocara se convirtiera en oro. Su deseo le fue satisfecho, pero pronto llegó a ser una maldición. En sus manos el pan se le trocaba en oro, el vino en oro fundido al tocarlo con sus labios, y aun su cuerpo se volvía de oro al írselo palpando. Finalmente Midas imploró a Baco que lo liberara y el dios le dijo que se bañara en el Río Pactolo. Al hacerlo el rey perdió su mágico toque, aunque las arenas del río fueron desde entonces de oro.
Tiempo después Midas actuó como juez en un torneo musical entre Apolo y Pan. Por haberle otorgado la victoria a Pan, Apolo trocó las orejas del rey en orejas de burro. Midas las ocultaba bajo un turbante de manera que el secreto solo lo sabía su barbero, pero este, incapaz de guardarlo, hizo un hoyo en el suelo y allí murmuró lo que había visto. Al punto brotó un grupo de cañas en el agujero, y cuantas veces la brisa sopla por entre las cañas susurra la historia de las orejas de Midas.
Tiempo después Midas actuó como juez en un torneo musical entre Apolo y Pan. Por haberle otorgado la victoria a Pan, Apolo trocó las orejas del rey en orejas de burro. Midas las ocultaba bajo un turbante de manera que el secreto solo lo sabía su barbero, pero este, incapaz de guardarlo, hizo un hoyo en el suelo y allí murmuró lo que había visto. Al punto brotó un grupo de cañas en el agujero, y cuantas veces la brisa sopla por entre las cañas susurra la historia de las orejas de Midas.
¿Qué es un jurado?
Con esta denominación se designa al conjunto de personas que, elegidas por sorteo, colaboran en la administración de la justicia, determinando y declarando el hecho justiciable o la culpabilidad del acusado, para que después los magistrados apliquen la ley y dicten la sentencia.
La institución del jurado procede de Inglaterra; nacido en la época de Juan sin Tierra, no tuvo en un principio carácter de institución liberal, sino de defensa de la aristocracia frente al poder real. La Revolución implantó el jurado en Francia, de allí pasó a España y posteriormente a América.
Entre los requisitos exigidos para que una persona ostente la condición de jurado figuran: ser cabeza de familia, mayor de treinta años, estar en plena posesión de los derechos civiles y políticos, saber leer y escribir, ser de estado seglar, etc.
El número de miembros de un jurado varía según los países: doce en Inglaterra y Francia, ocho en España, etc.
La institución del jurado procede de Inglaterra; nacido en la época de Juan sin Tierra, no tuvo en un principio carácter de institución liberal, sino de defensa de la aristocracia frente al poder real. La Revolución implantó el jurado en Francia, de allí pasó a España y posteriormente a América.
Entre los requisitos exigidos para que una persona ostente la condición de jurado figuran: ser cabeza de familia, mayor de treinta años, estar en plena posesión de los derechos civiles y políticos, saber leer y escribir, ser de estado seglar, etc.
El número de miembros de un jurado varía según los países: doce en Inglaterra y Francia, ocho en España, etc.
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