¿Quién fue Tirso de Molina?


Tirso de Molina (1584-1648) . Uno de los cuatro gran­des dramaturgos españoles del siglo de oro (los otros tres son Lope de Vega, Calderón de la Barca y el mexicano Juan Ruíz de Alarcón) se llamó Ga­briel Téllez, nació en Madrid, fue religioso de la orden de la Merced y es conocido univer­salmente por Tirso de Molina. En alguna ocasión, sufrió mo­lestias por su inclinación a la escena. Es el más próximo a Lope, al que a veces supera en momentos determinados, aun­que no lo iguala en su labor de conjunto ni en sus facultades creadoras. Tampoco es supe­rior a Calderón; pero la crí­tica moderna no ha asignado decisivamente lugar a uno y a otro detrás de Lope. Repro­duzcamos, sin embargo, las pa­labras de Menéndez y Pelayo acerca de él, un tanto viejas ya, pero siempre interesantes:
"Pasada ya, aun en Alemania, la fiebre calderoniana, pocos niegan a Tirso el segundo lugar entre los maestros de nuestra escena y aun son muchos los que resueltamente le otorgan el primero y el más próxi­mo a Shakespeare, como sin duda lo merece, ya que no por el poder de invención, en que nadie aventajó a Lope, que es por sí solo una literatura, a lo me­nos, por la intensidad de vida poética, por la fuerza creadora de caracteres y por el primor insuperable de los detalles. Tan altas cualidades le ponen al ni­vel de los más grandes artistas de todos los tiempos y naciones. . . A los ojos de todo el que no es fran­cés, Tirso es, cuando menos, tan gran poeta como Moliere, aunque en género distinto y evidentemente más poético. . . De todos nuestros dramáticos, los más vivos al presente son Tirso y Alarcón... Y como Tirso, además de gran poeta realis­ta, es gran poeta romántico y gran poeta simbólico, no hay cambio de gusto que pueda destronarle, y el jugo de hu­manidad que hay en sus obras alimentará en lo futuro crea­ciones nuevas".
Blanca de los Ríos, según nos refiere en su trabajo El enigma biográfico de Tirso de Molina (1928), descubrió en una parroquia de Madrid una partida de nacimiento de Ga­briel Téllez en la que no se consigna el nombre del padre del recién nacido, pero en la cual, hay una nota marginal tachada de la que se despren­de claramente que el niño es hijo natural del Duque de Osuna.
Esto explicaría en buena parte su seudónimo Tirso de Molina, su ingreso en la orden religiosa de los mercedarios y su actitud amargamente hu­mana y crítica ante las desigualdades de sangre y de clase social:

...que en el nacer y el morir
unos y otros son iguales.

¿Quién inventó el vidrio?

   El hombre conoce el vidrio desde los tiempos más remotos, ya que existe un vidrio natural, de origen volcánico, que es la obsidiana y que los hombres primitivos utilizaron para fabricarse puntas de flechas y lanzas, así como espejos y objetos decorativos. Pero la obsidiana no es precisamente un material que abunde mucho, y lo cierto es que la humani­dad se vio en la necesidad de inven­tar un vidrio artificial. La tradición afirma que ese menes­ter les correspondió a los fenicios. En realidad, las muestras más anti­guas de vidrio existentes pertene­cen al arte egipcio y al mesopotámico (es notable una copa de color azul opaco que lleva el nombre del faraón Tutmosis III), pero, al pa­recer, éstos lo habían aprendido de los fenicios, pueblo que, sin embargo, no ha dejado pruebas fehacien­tes de su invención. El invento del vidrio tendríamos que imaginarlo. Ya que los fenicios siem­pre fueron buenos marinos, habría que pensar en un grupo de ellos des­cansando en torno a un fuego en­cendido en alguna playa del Medite­rráneo. Imaginemos también que en torno a ese fuego han colocado al­gunas piedras gruesas sobre las que preparar su comida. Cuando retiran ésta, descubren entre las cenizas una masa fundida, brillante y traslú­cida que se parece a la obsidiana. Se había inventado el vidrio. Más tarde, en los comienzos de la Era Cristiana, se inventa el soplador de vidrio, probablemente en Siria. Introduciendo en la masa fundida uno de sus extremos y soplando por el otro, se obtienen recipientes de mayor tamaño y más utilidad prác­tica.

¿Por qué las selvas tropicales son tan importantes?


   Las selvas tropicales cubren sólo el 6 por ciento de la superficie de la Tierra. Sin embargo, allí habitan más de la mitad de todas las especies de animales y plantas del mundo, incluyendo jaguares, tucanes, colibríes, orquídeas, nueces del Brasil, árboles de caucho... ¡la lista continúa y continúa! Las plantas selváticas proporcionan frutas, nueces, especies e importantes medicinas. Por ejemplo, se conocen cerca de 1.400 clases de plantas selváticas que ayudan a combatir el cáncer. Las selvas también son el hogar de más de 1,5 millones de personas, que habitan allí desde hace miles de años y que utilizan los recursos de la selva sin causarle ningún daño.
   Pero actualmente las selvas tropicales están siendo destruidas tan rápidamente que no quedará nada de ellas en 50 años. Los árboles se talan para la industria maderera, la minería y para hacer espacio para la agricultura. Esto significa que sus habitantes pierden sus viviendas y muchas plantas y animales están en peligro de extinción.
   La quema masiva de árboles también ha tenido un efecto perjudicial ya que la combustión hace que aumente la cantidad de anhídrido carbónico en el aire. Esto puede calentar el planeta debido a que impide que el calor escape hacia el espacio. Si la temperatura de la Tierra aumenta sólo unos grados, el hielo de los polos puede derretirse y el nivel de los océanos aumentaría. Ciudades costeras como Buenos Aires, Nueva York, Londres o Sidney quedarían inundadas.