La Tierra es un poderoso imán


   Desde hace muchos siglos, se ha sabido que la Tierra es un inmenso imán que, como todos los de­más imanes, tiene dos polos y líneas de fuerza que van de uno a otro. Hace cuando menos 800 años, y probablemente mucho más, el hombre utilizó la brú­jula magnética, que se orienta con arreglo a estas líneas de fuerza magnética, y de este modo, el hom­bre, aprovechando este fenómeno, puede fácilmente orientarse.
   Los polos magnéticos de la Tierra no coinciden con los verdaderos polos Norte y Sur, y son difí­ciles de situar por razón de que se hallan en regiones inaccesibles y varían constantemente de posición. El Polo Norte Magnético se halla en un punto de la parte septentrional de la Península de Boothia, de Canadá, a los 70° 5' de latitud Norte y a los 93° 43' de longitud Oeste. El Polo Sur Magnético está en el cuadrante australiano de la Antártida, a los 72° 25' de latitud Sur y 155° 16' de longitud Oeste. Pero hay una pequeña desviación en la posición de estos polos magnéticos, por lo que se cree que el eje magnético gira alrededor del eje geográfico y tarda unos mil años en dar una vuelta completa.

La irrealidad de los espejismos


   Los espejismos te hacen creer que puedes ver cosas que en realidad no existen. Se dice que son ilusiones ópticas. Los viajeros sedientos en el desierto ven con frecuencia charcos de agua en la distancia, pero a medida que se acercan, la imagen desaparece. Los espejismos suceden porque el aire cálido cerca al suelo curva la luz que viene del cielo y distorsiona su reflejo haciéndolo parecer agua.
   Cuando hace mucho calor, puedes haber visto capas de agua en la carretera. También es un espejismo, que se produce de la misma manera.

¿Quién describió por primera vez la circulación de la sangre?


   Como teólogo se ganó fama de here­je de todas las Iglesias, tanto de la católica como de la protestante, y ello habría de costarle la vida. Como médico alcanzó menos fama, pero descubrió algo fundamental para la ciencia médica: la circulación pul­monar de la sangre. Médico y teó­logo, humanista y hereje, Miguel Ser­vet fue siempre un personaje polé­mico y rebelde. Si en religión se en­frentó a casi todas las doctrinas, en medicina sus teorías tampoco deja­ron de ser contestatarias. En 1553, en su obra teológica Christianismi Restitutio, iba a denunciar una serie de errores expuestos por Galeno, entre ellos los pretendidos agujeros cardíacos, y afirmaría que el corazón envía la sangre a irrigar los pulmones a través de los vasos que salen del lado izquierdo, volviendo después al lado derecho por otros vasos dis­tintos. Era lo que los médicos llaman circulación menor o circulación pul­monar. Pero la teoría de Miguel Servet, expuesta de modo incidental en su tratado teológico, no tendría nin­guna repercusión en su época. Mucha mayor repercusión tendría, sin embargo, su muerte. Denunciado por hereje a la Inquisición calvi­nista, intentó huir pero fue detenido en Ginebra, donde fue condenado y ejecutado en la hoguera. Ello suce­día el mismo año de 1553, cuando Servet tenía 42 años de edad