Como teólogo se ganó fama de hereje de todas las Iglesias, tanto de la católica como de la protestante, y ello habría de costarle la vida. Como médico alcanzó menos fama, pero descubrió algo fundamental para la ciencia médica: la circulación pulmonar de la sangre. Médico y teólogo, humanista y hereje, Miguel Servet fue siempre un personaje polémico y rebelde. Si en religión se enfrentó a casi todas las doctrinas, en medicina sus teorías tampoco dejaron de ser contestatarias. En 1553, en su obra teológica
Christianismi Restitutio, iba a denunciar una serie de errores expuestos por Galeno, entre ellos los pretendidos agujeros cardíacos, y afirmaría que el corazón envía la sangre a irrigar los pulmones a través de los vasos que salen del lado izquierdo, volviendo después al lado derecho por otros vasos distintos. Era lo que los médicos llaman circulación menor o circulación pulmonar. Pero la teoría de Miguel Servet, expuesta de modo incidental en su tratado teológico, no tendría ninguna repercusión en su época. Mucha mayor repercusión tendría, sin embargo, su muerte. Denunciado por hereje a la Inquisición calvinista, intentó huir pero fue detenido en Ginebra, donde fue condenado y ejecutado en la hoguera. Ello sucedía el mismo año de 1553, cuando Servet tenía 42 años de edad