¿Quién inventó la numeración de diez signos?


   Durante siglos, los hombres, para hacer sus cálculos, estuvieron utili­zando diversas numeraciones, que constaban de signos que expresa­ban diversas magnitudes. Los egip­cios, los babilonios, los chinos, los griegos y los romanos diseñaron y usaron cada cual sus propias nume­raciones. Para nosotros, la numera­ción romana es la más conocida y aún la usamos a menudo, pero nos resulta rígida, casi como un jeroglí­fico, y no la utilizamos para calcular. Lo que utilizamos es la numeración llamada arábiga o decimal, introdu­cida en Occidente por los árabes en la Edad Media, pero existente ya en la India muchos siglos antes. Y la razón de que sea ésta la que he­mos elegido es, en el fondo, que es­ta numeración había inventado ya el número cero.

¿A qué fenómeno se le llama géiser?


   Un géiser es una fuente intermitente de agua hirviendo y vapor que brota de la tierra. La mayoría se encuentran en lugares muy volcánicos, como Islandia. Las rocas ardientes debajo del suelo calientan el agua subterránea hasta que la obligan a salir en chorros a través de agujeros.
   La palabra "geysir", en islandés, significa "surtidor". En Reikiavik, la capital de Islandia, el agua caliente que sale de los géiseres es bombeada a las casas para ser utilizada en los sistemas centrales de calefacción.

¿Dónde se encuentra el Monte Fuji?


   Situado en la isla de Honshu, este volcán apagado de 3 778 metros es la cima más elevada del archipiélago japonés. Su cono perfecto, recubier­to de nieves eternas, se refleja en las aguas tranquilas del lago Kawagushi.
   El Fujiyama, montaña sagrada, es un símbolo del Japón. Es cantado por los poetas, reproducido por los pintores y fotografiado por los turistas. Según la leyenda, surgió en una noche, tres siglos antes de nuestra era, al tiempo que a 300 kilómetros de allí la tierra se hundía dando lugar a la aparición del lago Biwa. Otros volcanes japoneses en actividad son, como el Monte Fuji, objeto de cultos especiales. Los pere­grinos ascienden hasta sus cráteres para lanzar en ellos ofrendas desti­nadas a calmar la cólera de los dioses subterráneos. El Fuji o Fuji-San ha sido estilizado de modo admirable en las célebres creaciones del pintor japonés Hokusai.