Tintoretto, EL ARTISTA QUE AMÓ LA INMORTALIDAD (1518-1594). Era hijo Jacobo Robusti de un tintorero veneciano, y por ello, se le llamó siempre Tintoretto, es decir, pequeño tintorero o tintorerillo; fue una figura extraordinaria de la pintura italiana que quiso encontrar en las dimensiones de sus cuadros el campo necesario para obtener la impresión de movimiento que necesitaba en sus figuras y trató de lograr la fusión del dibujo de Miguel Ángel con los colores de la escuela veneciana. Entregó su vida entera al arte de la pintura, como afirma Ridolfi al decir: "Amó a la gloria sobre todas las cosas y no pensó en otra cosa que en abrirse con su esfuerzo el camino de la inmortalidad".
Su obra es amplísima, y en su mayor parte, de tema religioso; pero también son notables sus cuadros de tema histórico: La toma de Lara; La toma de Gallípoli, etc. La batalla de Lepanto fue destruida por el incendio que el Palacio del Dux, de Venecia, sufrió en 1577; era uno de los más notables. No descuidó el artista el tema mitológico ni el bíblico, según nos demuestran satisfactoriamente los cuadros Baco y Aríadna, Marte y Minerva, La muerte de Abel, El Juicio Final, La conversión de la Magdalena, La Última Cena, y otros muchos. En éstos, se muestra Tintoretto un verdadero maestro de la interpretación del cuerpo humano, maestría que puede advertirse también en sus preciosos desnudos: el ya citado de Baco y Aríadna, el de Diana y las Horas, el referente al tema de Susana en el baño, el del Origen de la Vía Láctea, etcétera. Gran vigor y sobriedad representan sus retratos: los de Cappello, Vicente y Carlos Morosini, los de la Escuela de Mercaderes y el famoso autorretrato, entre otros muchos de gran interés.