¿Cómo nos ayudan a respirar las plantas?

   Cuando las plantas realizan la fotosíntesis, liberan oxígeno, el gas que necesitan las plantas, los animales y los seres humanos para respirar y mantenerse vivos. Sin las plantas, no habría suficiente oxígeno en el aire para que pudiéramos sobrevivir.
   Hace millones de años, cuando las primeras plantas aparecieron en la Tierra, no existían los animales. El aire estaba lleno de gases venenosos como metano y amoníaco. Gradualmente, las plantas aportaron el oxígeno suficiente para que los animales pudieran desarrollarse y sobrevivir.
   Las plantas acuáticas también son importantes porque proporcionan el oxígeno que al disolverse en el agua es respirado por los peces y otros seres acuáticos.
   Cuando las personas y los animales respiran, liberan el anhídrido carbónico que las plantas utilizan para elaborar su alimento.

Las Bahamas

   Las Bahamas son la parte emergente de grandes plataformas sumergidas que se extienden a lo largo de las costas de la Flo­rida, de Cuba y de Santo Domingo. Se trata de unas 700 islas (y 2.400 escollos) de estructura coralina.
   Como se hallan sobre el trópico de Cáncer, tienen un clima cá­lido y más bien lluvioso (más de un metro de lluvia por año).
   A pesar de hallarse cerca de la costa estadounidense, las Ba­hamas están escasamente pobladas; sólo unas veinte islas están habitadas. La isla más poblada es una de las más pequeñas, Nueva Providencia (New Providence), donde viven cerca de 60.000 personas. Allí se encuentra la capital, Nassau, que es una hermo­sa ciudad con playas y hoteles. Tiene unos 50.000 habitantes.
   La economía de las Bahamas se basa en la agricultura y en la pesca. Los cultivos suministran hortalizas y frutas de calidad, espe­cialmente tomates y pinas, que se exportan a los Estados Unidos. La pesca provee principalmente crustáceos y tortugas. Otra impor­tante fuente de entradas es el turismo.

Plantas sensitivas


   Muchas plantas, entre ellas gramí­neas, leguminosas y una especie de mimosa denominada «sensitiva», reaccionan al tacto, al calor o a otros estímulos doblándose y simu­lando que se mustian. Estos movi­mientos se deben a cambios brus­cos en el equilibrio del agua. La mimosa posee una hoja compues­ta : muchas hojitas dispuestas si­métricamente a lo largo de ramitas bifurcadas. Cada hojita sale de un punto abultado y las ramitas se unen al tallo por un engrosamiento similar. Estas notables hinchazones son los órganos «sensitivos»: sus células de paredes finas se riegan mediante finas asas de tejido con­ductor unidas al sistema central de tuberías de la planta. Un ligero es­tímulo destruye el equilibrio de agua en uno o en todos los abulta-mientos de las bases de las hojitas; un estímulo fuerte produce una reacción similar en las células del órgano de las ramitas. En oca­siones se afecta a toda la sensitiva como lo demuestran las fotografías.


   REACCIONANDO AL TACTO, las hojitas de una mimosa se pliegan cuando sus órganos sensitivos elimi­nan el agua almacenada en sus ba­ses. Las ramitas caen cuando se ven afectadas las células de la base.

   EN UN DERRUMBAMIENTO total, la mimosa parece retorcerse y mus­tiarse con las hojas íntimamente enrolladas. Este desplome puede pro­ducirse en un segundo, pero la re­cuperación puede durar varias horas.