Soluciones contra la migraña

¿Problemas con la migraña? A continuación se mencionan cuatro diferentes soluciones contra este mal común.

1. AROMATERAPIA
Una solución recomendada para tratar las migrañas es mezclar 2 gotas de aceite de menta en una cucharadita de aceite de oliva. Para refres­carse al instante y aliviar el dolor, aplique esta mezcla con un ligero ma­saje en su frente y sienes. También puede mezclar dos gotas de cada una de estas esencias: lavanda, mandarina y salvia romana. Ponga la mezcla en un al­godón e inhale durante dos o tres minutos.

2. NEUROLOGÍA
La gente que acude al doctor creyendo que tiene simples dolores de cabeza en realidad tiene migrañas. Hay fármacos que detienen las cefa­leas antes de que comiencen. Motrin y Advil ayudan, pero si se medica dos veces o más por semana, con­sulte a su médico. El magnesio, la coenzima Q10 y la riboflavina tam­bién previenen dolores.

3. NUTRICIÓN
Los alimentos causantes de migrañas son diferentes para cada per­sona; los culpables pueden ser desde el vino tinto hasta el queso o el chocolate. Descubra cuáles son los suyos y evítelos. También la falta de cafeína es una causa común, así que, si está tratando de beber menos café, hágalo de ma­nera gradual. Sustitúyalo por agua en abundancia. El dolor disminuirá con el tiempo.

4. ACUPUNTURA
El tratamiento con esta antigua técnica depende de los síntomas y del tipo de dolor, pero muchas personas sienten que es muy beneficioso. Para la molestia en la parte frontal de la cabeza, aplique presión du­rante un minuto en la zona entre el pulgar y el índice; para el dolor a los lados de la cabeza, presione en la parte superior del pie, entre el dedo gordo y el segundo dedo.

ACCIONES CLAVE
Si los dolores de migraña son severos, debemos asegurarnos de que no se trate de algo grave. Para prevenir las jaquecas hay que minimizar sus disparadores, como el estrés, la contaminación y la falta de sueño. Cuantos menos tratamientos, mejor, pues los fármacos pueden tener efectos secundarios. La digitopuntura también suele ser una solución efectiva.

¿Cuándo aprendió el hom­bre primitivo a servirse de la piedra?

   La aparición del Homo sapiens so­bre la Tierra se sitúa, según los especialistas, a un período que se remonta unos 50.000 años atrás. Di­cho período se conoce también con la denominación de era Paleolítica, es decir, «de la piedra antigua», en razón de los numerosos hallazgos hechos en todo el mundo de puntas de piedra que el hombre primitivo aprendió a construir en calidad de armas y utensilios. Para ello acostumbraban a utilizarse astillas de sílice, que eran dotadas de formas puntiagudas y de lados cortantes mediante una paciente la­bor consistente en golpearlas con piedras más resistentes. Por su as­pecto, semejante al de una almen­dra, estas piedras se conocen con la denominación de amígdalas (amygdala = almendra). Las exca­vaciones arqueológicas han permi­tido descubrir un número incalcula­ble de armas de esta clase.

El auto, la máquina que cambió el mundo

   Antes de que tantas personas pudieran comprar auto­móviles todo el ritmo de vida era diferente.
   Si quería uno hacer un viaje muy largo, había que hacer­lo por tren. Y los viajes cortos en coches de caballos.
   El que vivía fuera de la ciudad o en una hacienda, no podía ir de compras mas que una vez a la semana, o inclusive cada quince días. El viaje requería mucho tiempo, general­mente todo un día. Los granjeros dependían de sus caballos para arar la tierra, para vender la fruta y las legumbres, para transportar el grano y para acarrear botes de leche.
   En las ciudades, los caballos tiraban los carros de carga y los tranvías que la gente usaba para ir de un lado a otro. Algunas familias tenían una calesa tirada por un caballo, y otras un tronco de buenas jacas para sus carruajes de lujo.
   Los automóviles lo han cambiado todo.
   En la actualidad puedes vivir en el campo e ir a trabajar todos los días a la ciudad. Si vives en la ciudad, puedes ir a pasar el día al campo y regresar a tiempo para la cena. Puedes pasar una tarde con los amigos que viven en ciudades dis­tantes.
   Hace cien años, la mayoría de la gente, rara vez viajaba lejos de donde vivía. Actualmente, toda una familia puede atravesar el país en auto y disfrutar del viaje contem­plando los paisajes. Las familias de México pasan el fin de semana en Acapulco. Las familias de La Habana atraviesan la isla en auto para visitar a sus familiares en Santiago.
   Los canadienses van a los Estados Unidos unas cuantas horas para hacer sus compras. Cientos de miles de norteame­ricanos van a México cada año.
   El automóvil es, para decirlo de alguna manera, nuestra alfombra mágica.