Tomates, legumbres, flores, viñas, melones y, en general, productos tempranos de todo tipo, se dan en las tierras heladas de Reykjavik, en Islandia, gracias a 100000 metros cuadrados de invernaderos calentados gratuitamente por el subsuelo volcánico.
En esta isla, situada muy cerca del círculo polar ártico y, en algunas zonas cubiertas constantemente de hielo se dan sorprendentes contrastes. Del suelo brotan numerosos chorros de agua caliente que permiten a los islandeses bañarse al aire libre, incluso en las temporadas más frías. Las casas de las ciudades y de los pueblos son calentadas mediante un circuito de agua caliente que proviene de chorros que brotan a 80 °C. Estas canalizaciones mantienen en los invernaderos una temperatura eternamente primaveral que ofrece a esta tierra la posibilidad de producir los frutos mas sabrosos y las legumbres de mejor calidad a un precio de coste muy reducido.