Los templos rupestres de Abu-Simbel son célebres en primer lugar como impresionante testimonio de la grandeza del antiguo Egipto y por el hecho de que, víctimas de la civilización moderna, corrieron el riesgo de ser sepultados por las aguas del Nilo. La construcción de la gran presa de Asuán obligó a desplazar de su lugar los antiguos monumentos nubios. A propuesta de la UNESCO se determinó que todas las grandes potencias colaboraran en la salvación de Abu-Simbel. El gran templo, desmontado piedra a piedra, fue reconstruido fuera del alcance de las aguas. Si pensamos que en su fachada el edificio cuenta con cuatro estatuas de Ramsés de 30 metros de altura y que tiene una profundidad de 63 metros, nos haremos una idea del inmenso esfuerzo que fue preciso realizar.
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