El petirrojo (
Erithacus rubecula) es un pájaro muy vivaz e inquieto. Posee unas patas relativamente largas y se desplaza a gran velocidad por el suelo; cuando se le molesta, suele agitar la cola y se diría que está haciendo una reverencia. Prefiere las malezas densas de los bosques caducifoliosa, mixtos o de coníferas; sin embargo, no huye de la presencia del hombre y anida en jardines, parques y huertas. A partir de marzo, el macho ocupa su territorio de nidificación y lo delimita, cantando con frecuencia. La construcción del nido es responsabilidad de la hembra, que no es demasiado exigente a la hora de escoger el lugar. Establece el nido en un agujero en el suelo, bajo las raíces de un árbol, en un montón de ramas o en el hueco de un árbol. El material que emplea básicamente en la construcción esta constituido por hojas secas, fibras vegetales y musgo verde que puede encontrar alrededor del nido. El revestimiento del hueco no es variado, se compone de finas raicillas y de pelos. Dos veces al año la hembra pone de cuatro a seis huevos amarillentos con manchas pardas; la prole nacerá al cabo de trece a catorce días. Los pequeños abandonan el nido de doce a catorce días después de su nacimiento, cuando aún no son capaces de volar, y sus padres los cuidan durante un tiempo. La alimentación del petirrojo se compone de insectos en todos las fases de evolución, arañas, gusanos, pequeñas babosas y, hacia fines del verano y principios del otoño, incorpora diversos frutos. Los jóvenes y los adultos presentan el mismo tipo de alimentación. Por lo general, el petirrojo es un ave migratoria y emprende el vuelo hacia el norte de África o el sur de Europa en septiembre y octubre. Sin embargo, ciertos individuos permanecen en Europa central todo el invierno, en especial los machos. Incluso llegan a cantar muy suavemente en esta estación.