El mas famoso de los discípulos de Sócrates fue Platón, ateniense como su maestro. Nació hacia el 427 antes de Cristo en el seno de una familia aristocrática. Durante su vida hizo varios viajes a Siracusa para intentar, inútilmente, que Dion, sobrino del tirano Dionisio el Viejo y discípulo del propio Platón, impusiera allí sus ideales políticos. De vuelta de uno de estos viajes, cayó prisionero y fue vendido como esclavo. Dice la leyenda que lo compró un amigo que creía haber encontrado a un doble perfecto del filósofo. En Atenas, Platón fundó una escuela llamada Academia, por estar situada en unos jardines dedicados al héroe Academo, que fue uno de los centros culturales más importantes de la antigüedad.
El sistema de Platón, sobre todo su teoría del conocimiento, ha tenido una influencia enorme en toda la historia del pensamiento occidental, hasta el punto que se ha llegado a decir que toda la filosofía europea no es más que notas al margen de la filosofía de Platón. Supone que este mundo es solo un remedo, una burda representación, de otro mundo ideal. El hombre vivió una vez en el mundo de las ideas, pero, por un delito, fue castigado a habitar en el mundo de las cosas. Así, cuando contemplamos los imperfectos objetos de este mundo, reconocemos, vagamente, los arquetipos ideales del paraíso que abandonamos. Para Platón el conocimiento es, pues, recuerdo. Nuestra alma posee las ideas desde su nacimiento, pero solo como un vago recuerdo de como son en realidad. Para acceder realmente a la contemplación de las ideas, es preciso llevar una vida dedicada a la reflexión.
Platón se interesó también por la política, creyendo en la necesidad de formar una ciudad ideal, gobernada férreamente por un rey-filósofo. A cada individuo le correspondería allí un lugar determinado por la justicia, que rige las relaciones entre las distintas clases de hombres, y es dictada por el rey-filósofo.