No hay una mano igual a otra. El quiromántico lo sabe y se basa en ello para predecir el futuro de las personas estudiando los signos y las lineas de nuestras manos.
Al igual que el astrólogo, el quiromántico practica un arte que se remonta a la antigüedad, valiéndose, para predecir el futuro, de diversos accesorios según su «especialidad»; unos, los echadores de cartas, utilizan un juego de setenta y ocho naipes que, por sus figuras y combinaciones, pueden formular predicciones precisas. Otros «ven» el futuro en una bola de cristal o lo adivinan en los dibujos formados por los posos de café... El quiromántico —que suele ser mujer— coge la mano de una persona, examina su longitud, su forma, la continuidad de sus lineas, la importancia y el emplazamiento de las curvas, y deduce de todo ello el carácter y el futuro del consultante. Mucha gente consulta a los quirománticos antes de tomar una decisión importante.