Todos imprimimos a nuestra escritura, de modo inconsciente, una apariencia particular: más o menos inclinada, más o menos apretada, grande o pequeña; la forma de las letras y algunos rasgos característicos proporcionan al grafólogo los elementos necesarios para juzgar acerca de la personalidad del sujeto sometido a examen, de su temperamento, de sus aptitudes, e incluso el examen sirve también para detectar ciertas enfermedades, mentales sobre todo. Muchas empresas contratan los servicios de un grafólogo: antes de admitir a un nuevo empleado, encargan al grafólogo el estudio de su escritura para saber si es la persona adecuada al trabajo solicitado. También los tribunales recurren a expertos en grafología para verificar documentos escritos. Los médicos emplean la grafoterapia, o reeducación a través de la escritura, para tratar determinados trastornos del carácter.
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No todo mundo está de acuerdo con la grafología, ya que si bien sus defensores se apoyan en indicios anecdóticos, la mayoría de los estudios empíricos realizados no han sido capaces de confirmar la validez de sus afirmaciones. Por ello, generalmente la grafología es considerada una pseudociencia.