Entre la gente civilizada, la máscara no pasa de ser un artefacto divertido. Resulta pues sorprendente que para los pueblos primitivos tenga tan terrible significación. Como mero disfraz de la cara, puede representar un animal, una persona o un ser sobrenatural. Para el hombre primitivo encierra, además, misterios y terrores de pesadilla.
La magia precedió a la religión. Nuestros remotos antepasados creían que sus almas podían encarnarse en otros seres y que, a su vez, espíritus extraños podían posesionarse de sus cuerpos. Creían que, al ponerse una máscara que representase un animal o un demonio, por cierta virtud misteriosa, se convertían en el ser que imitaban. Aun hoy existen pueblos primitivos que atribuyen a las máscaras propiedades mágicas. En las junglas africanas los hechiceros y brujos las emplean para ahuyentar espíritus malignos. Dichas máscaras suelen ser horripilantes, ya que creen los indígenas que mientras mas repulsivas sean mayor sera su virtud de asustar a los espíritus.